
Costillar a la llama by Renato, un guaso que se perfecciona en la antigua y milenaria técnica de cocción propia de sus antepasados comechingones.
Aunque conseguir este generoso trozo de costillar vacuno seguramente hubiera sido imposible, para un indio comechingon promedio.
Vamos a dejar de lado algunos datos históricos y relevantes, para centrarnos en la técnica de cocción milenaria, en la cual se perfecciona este gran sujeto.

El primer paso siempre empieza prendiendo un buen fueguito, algo bien sabido por todo indio Comechingon.
Podemos imaginarnos a este antepasado cordobes, decorador de los cerros colorados a pura pictografía de llamas en piyamas.
con sus ojotas de fibra vegetal acomodando espinillos en la pirca para mandarle mecha y clavarse una Paloma de monte también llamada Bumbuna.
A diferencia de cualquier sujeto de esta antigua civilización propia de la docta cordobesa.
Renato junto unos mangos e hizo acopio de alto asador criollo, con un fogonero de hierro bien piola.

Para estar más cómodo al momento de desplegar tan antigua técnica milenaria y poder clavarse un buen tinto mientras le saca unas buenas pic al costillar.
Entre las brazas bien tranquilas que repiquetean por todo el asador, siempre es clave, mandar el costillar del lado del hueso.
Pa que se vaya haciendo tranqui piola la cuestión, mientras las costillas una por una se impregnan de esa fragancia a espinillo cordobes.

Como Donatello al momento de esculpir, Renato descendiente Comechingon se adoctrina en la antigua arte milenaria de pintar con llamas su gran manjar.
Él sabe que cuando se consuman las ultimas llamas y no queden troncos por quemar, esos huesos saldrán solos de la carne lista para conquistar paladares.
Y así su tribu disfrutará del gran banquete en familia, él estará en paz con su alma.
y por fin el pequeño Ivar sabrá que su padre, la Cobra es capaz de asar hasta que salga el hueso.